Con este proyecto Paz y Esperanza propicia una discusión con jóvenes frente al cuidado de la casa común, nuestro planeta.
Granizal, Nueva Jerusalén y Turbo fueron los lugares que acogieron este proyecto en donde se abordaron tres ejes temáticos: uno sobre reflexión ecoteológica, otro de sustentabilidad y uno más de incidencia.
Es de resaltar el proceso adelantado por los jóvenes de Turbo, quiénes concentraron su atención en la incidencia política, pues se agruparon como red y plantearon acciones específicas para la protección y el cuidado de los manglares.
Por su parte, en la vereda Granizal de Bello se creó la canción “Metámosle conciencia”, que en articulación con las y los jóvenes del asentamiento humano de Nueva Jerusalén realizaron el montaje de una coreografía.
Esta canción fue grabada y registrada audiovisualmente en un intercambio de experiencias que les permitió a estos jóvenes conocerse e implementar acciones conjuntas en un lugar que también debe ser cuidado, el corregimiento de Santa Elena de la ciudad de Medellín.
Una participante del proceso, residente del asentamiento humano Nueva Jerusalén relata que,”en todos los talleres me sentí muy bien, siento que aprendí a cuidar más el planeta porque antes no lo hacía tanto y también aprendí cómo sembrar, cómo cuidar nuestra propia huerta y a no tirar basuras en la calle”.
La importancia de este proyecto recae en la ratificación del acuerdo de Escazú en Colombia, que tiene por principio el acceso a la información, la participación en decisiones ambientales, la protección de los líderes y lideresas ambientales y de esta forma el acceso a la justicia por los derechos ambientales.
Este proyecto hace parte de la campaña latinoamericana Renovemos Nuestro Mundo, que propicia acciones alrededor del cambio climático y el manejo de desechos.
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