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En la vereda Granizal, del municipio de Bello – Antioquia, las y los jóvenes se encuentran para fortalecer habilidades artísticas y potenciar su proyecto de vida.

Desde el mes de abril Paz y Esperanza llegó a la vereda, ubicada en el costado oriental del Valle de Aburrá, con el deseo de comenzar la primera etapa de este proyecto que tiene acciones programadas hasta el mes de noviembre. A la fecha, se han realizado algunas reuniones con jóvenes, cineforos, una presentación de teatro clown y recorridos barriales con el fin de establecer los grupos para los encuentros.

Luego de una jornada de actividades que se llevó a cabo el martes 13 de julio, los barrios Altos de la Torre I y II, Pinar, Regalo de Dios, Siete y Oasis de Paz acogerán diferentes acciones como talleres de arteterapia, teatro, música, graffiti, huerta de la memoria y recorridos culturales por la ciudad a partir de tercera semana de julio. El objetivo será potenciar el proyecto de vida de las y los participantes y, por consecuencia fomentar hábitos de vida saludables.

“Lo que me han dicho es que les gusta mucho, que les parece muy chévere lo que hacen. Me gustaría hacer todo lo que esté a mi alcance, aprender todo lo que me propongan y compartir mis capacidades. Porque nos sirve para no perder el tiempo en cosas malas como las drogas”, expresa Juan Sebastián Díaz de Hoyos, del barrio Regalo de Dios.

La vereda Granizal es el segundo asentamiento más grande de Colombia y actualmente padece graves problemas frente al acceso a los servicios básicos como el agua, transporte, educación, atención en salud y demás. Para Raquel Villanueva, una de las líderes del proyecto, “es importante que en territorios como Granizal se realicen este tipo de proyectos debido al potencial humano que allí se encuentra, el cual puede significar un cambio radical no solo a nivel individual sino también colectivo e histórico. Generando oportunidades laborales, académicos y sociales a partir del arte, impulsando procesos de emprendimiento y resiliencia”, apunta.

Este proyecto traza una ruta para que el joven se reconozca como un ser valioso, con potencialidades y recursos positivos. Para luego convertirse en un agente de cambio dentro de la comunidad, con acciones planeadas que incidan en la recuperación de la memoria individual y colectiva de la vereda, vecina del municipio de Medellín.