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Escogemos la vida o la muerte

Colombia hoy muestra un escenario sombrío, son 182 personas que han sido asesinadas en 43 masacres, según el Observatorio de conflicto, paz y derechos humanos – Indepaz. Además, el asesinato constante de líderes sociales y ambientales, entre ellos, firmantes del acuerdo de paz. Esto genera dos preguntas frente a los hechos de muerte y la indiferencia del país ¿se ha escogido la muerte por la vida? ¿se volvió algo natural?

Al acercarnos al texto bíblico de Marcos 3:1-6, vemos a Jesús indignarse y reaccionar ante el accionar hechos de seres humanos, creados a imagen y semejanza que escogen la muerte y no el milagro de la vida, él les hace esta pregunta: ¿Qué está permitido en sábado (día de reposo): hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o matar? después de esto se generó un silencio sepulcral representando el engaño de las tradiciones y abuso del poder. De esta forma, observamos una normalidad en esos tiempos de sobreponer las creencias por encima de la vida misma.

Jesús desarrolla tres sentidos, que las comunidades de fe deben tener en cuenta en su opción por la vida:

El sentido de la mirada, es la reacción de Jesús frente a lo que estaban pensando y haciendo en la propia sinagoga, entre quienes ponían la ley por encima de la vida. Posiblemente Jesús miraba todo que estaba pasando, pero iba más allá, miraba el corazón, aquel que se ha alejado en Colombia por los innumerables hechos injustos que son síntomas de una enfermedad dada desde las raíces de violencia y corrupción.

El sentido del enojo o indignación, esta reacción desenmascara la hipocresía de aquellos que lo están señalando, no les interesa ni el bien ni la vida de la persona que estaba al frente de ellos. Estos maestros de la ley no están guiados por el amor y la solidaridad, pues se ha naturalizado la muerte, se ha vuelto paisaje, sin ninguna voz o movimiento alguno, solo el interés mediático y la pasividad aparente de una sociedad.

El sentido del entristecimiento, dada la indignación de Jesús ante la dureza del corazón, lo cual puede representar y reflejar también la actitud indiferente frente lo que pasa en nuestros días. Tal vez somos tambores que resuenan pero carentes de amor, llevados por la apariencia, los placeres y el deseo de controlar la vida a toda costa; existe un individualismo radical que ha ido marchitando las relaciones, convirtiendo nuestros proyectos en imágenes idolátricas que han endurecido el corazón.

Ante lo anterior, Jesús escoge la vida y se enfoque en la persona. Frente lo que está sucediendo, Jesús optó por reparar, dignificar y sanar a esta persona que por muchos años sufría y era vulnerable. Definitivamente es el corazón que requiere ser transformado.

El reino de Dios hace posible lo imposible, Jesús nos abre el camino para luchar y promover la totalidad de la vida desde la dignidad humana y la esperanza real del cambio. De una forma u otro, la justicia y la vida deben prevalecer aun ante nuestra mirada contraria. Al final los maestros de la ley escogen la muerte, porque planean asesinar a Jesús. ¿Qué escogemos nosotros?

Gionanny Gómez Molina
Coordinador de proyectos, Paz y Esperanza Colombia

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